miércoles, 25 de noviembre de 2015

Microliteratura

Primero fue la Biblia, luego la novela,  junto con el cuento y la poesía, los relatos cortos, la micronovela, los microrrelatos, las micropoesías, los micropenes,…ups, perdón, este último no, borrado.  Tenemos una larga tradición de géneros literarios, muchísima más complicada que en esta pequeña introducción, lo sabemos. Pero, ¿qué es lo que la mayoría de ellos tienen en común con respecto al escritor? El tiempo, poseer tiempo para poder dedicarle a nuestra obra, para que de estatus de obra, pase a obra de arte. 

En estos últimos años, empezaron a haber talleres y concursos sobre, llamémosle, microliteratura. No ha sido hasta hace poco, debido al uso que diversas plataformas le dan, que me ha dado que pensar.

De todos es sabido, que con la llegada de los móviles, Internet y la tecnología en general, se ha tendido a dar un uso reducido al lenguaje. La microliteratura, tiene algo de esto, pero bien escrito y sin faltas de ortografía, y sí, también de antecedentes s. Pero no sólo goza de la reducción del lenguaje, o más que del lenguaje, del mensaje, sino también de la reducción del tiempo vital de las personas. Con tiempo vital me refiero al tiempo que le dedicamos a aquello que nos gusta hacer y que nos hace felices. Nuestras carreras o supuestas carreras tan importantes para la sociedad y la economía, nos privan del PROBAR, del DIVAGAR, del mirar a una pared en blanco durante media hora y darte cuenta de que no estabas pensando en nada, de todos esos momentos aparentemente perdidos que son los que nos brindan la auténtica creatividad. Hoy en día, lo queremos todo rápido, AHORA, cuanto más corto mejor y si además me lo dice todo, perfecto.

Como ejercicio, la microliteratura, en todas sus formas, me parece muy interesante y no tan fácil como parece: crear en un par de líneas o un par de versos el ambiente, los personajes, un inicio y tal vez un final, no, fácil no es. También como ejercicio espontáneo de creatividad y de preparación para lo que podría llegar a ser algo más ‘macro’, está muy bien. Os recomiendo, que lo probéis.

Además, poco a poco empiezan a haber muchos concursos de microliteratura, lo que es una buena opción para probar suerte en el maravilloso, inquietante y misterioso mundo de los concursos literarios. Y, es con este tema con lo que me empezó a dar algo raro en la nariz.

Un día, cuando estaba mirando a la mesa mientras comía (sin darme cuenta de que se me caía el contenido de mi cuchara), me pregunté:

Vamos a ver, entonces, ¿la microliteratura es más un ejercicio de creación y un reflejo de la sociedad en que vivimos o es más una herramienta para hacer dinero reflejo de la sociedad en que vivimos?

Me empieza a parecer sospechoso, que haya plataformas, asociaciones o editoriales que prácticamente se dediquen sólo a la publicación de microliteratura, que de mil personas que se presentan, elijan a seiscientos y hagan una tirada, de sólo una edición por supuesto, de doscientos ejemplares. Yo poco sé de negocios, pero este es redondo. Porque claro, ¿a quién no le gusta, aunque sea una vez en su vida, que su microobra aparezca en un libro con su nombre y enseñárselo a sus amigos y familiares, e incluso regalarlo a sus amigos y familiares? Y claro, imagínate, que tirando por lo bajo, a diez euros el libro, de esas seiscientas personas, la mitad quiere disponer de esa prueba irrefutable de futuro éxito editorial. AGOTADO. No sé no sé, a mi esto me da que pensar, como aquellos concursos donde tu obra pasa a ser propiedad de terceros, como otros donde sólo por presentarte tienes que pagar una cuota, como los escritores a sueldo, como los libros de autoayuda,…

En conclusión, microliteratura sí, pero que no restrinja mi microvida de tu macronegocio.





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