Primero fue la Biblia, luego la novela, junto con el cuento y la poesía, los relatos
cortos, la micronovela, los microrrelatos, las micropoesías, los micropenes,…ups,
perdón, este último no, borrado. Tenemos
una larga tradición de géneros literarios, muchísima más complicada que en esta
pequeña introducción, lo sabemos. Pero, ¿qué es lo que la mayoría de ellos
tienen en común con respecto al escritor? El tiempo, poseer tiempo para poder
dedicarle a nuestra obra, para que de estatus de obra, pase a obra de
arte.
En estos últimos años, empezaron a haber talleres y
concursos sobre, llamémosle, microliteratura.
No ha sido hasta hace poco, debido al uso que diversas
plataformas le dan, que me ha dado que pensar.
De todos es sabido, que con la llegada de los móviles,
Internet y la tecnología en general, se ha tendido a dar un uso reducido al
lenguaje. La microliteratura, tiene
algo de esto, pero bien escrito y sin faltas de ortografía, y sí, también de
antecedentes s. Pero no sólo goza de la reducción del lenguaje, o
más que del lenguaje, del mensaje, sino también de la reducción del tiempo
vital de las personas. Con tiempo vital me refiero al tiempo que le dedicamos a
aquello que nos gusta hacer y que nos hace felices. Nuestras carreras o
supuestas carreras tan importantes para la sociedad y la economía, nos privan
del PROBAR, del DIVAGAR, del mirar a una pared en blanco durante media hora y
darte cuenta de que no estabas pensando en nada, de todos esos momentos
aparentemente perdidos que son los que nos brindan la auténtica creatividad.
Hoy en día, lo queremos todo rápido, AHORA, cuanto más corto mejor y si además
me lo dice todo, perfecto.
Como ejercicio, la microliteratura,
en todas sus formas, me parece muy interesante y no tan fácil como parece:
crear en un par de líneas o un par de versos el ambiente, los personajes, un
inicio y tal vez un final, no, fácil no es. También como ejercicio espontáneo
de creatividad y de preparación para lo que podría llegar a ser algo más
‘macro’, está muy bien. Os recomiendo, que lo probéis.
Además, poco a poco empiezan a haber muchos concursos de microliteratura, lo que es una buena
opción para probar suerte en el maravilloso, inquietante y misterioso mundo de
los concursos literarios. Y, es con este tema con lo que me empezó a dar algo
raro en la nariz.
Un día, cuando estaba mirando a la mesa mientras comía (sin
darme cuenta de que se me caía el contenido de mi cuchara), me pregunté:
—Vamos a ver, entonces, ¿la microliteratura es más un ejercicio de creación y un reflejo de la sociedad en que vivimos o es más una herramienta para hacer dinero reflejo de la sociedad en que vivimos?
Me empieza a parecer sospechoso, que haya plataformas,
asociaciones o editoriales que prácticamente se dediquen sólo a la publicación
de microliteratura, que de mil
personas que se presentan, elijan a seiscientos y hagan una tirada, de sólo una
edición por supuesto, de doscientos ejemplares. Yo poco sé de negocios, pero
este es redondo. Porque claro, ¿a quién no le gusta, aunque sea una vez en su
vida, que su microobra aparezca en un
libro con su nombre y enseñárselo a sus amigos y familiares, e incluso
regalarlo a sus amigos y familiares? Y claro, imagínate, que tirando por lo
bajo, a diez euros el libro, de esas seiscientas personas, la mitad quiere disponer
de esa prueba irrefutable de futuro éxito editorial. AGOTADO. No sé no sé, a mi
esto me da que pensar, como aquellos concursos donde tu obra pasa a ser
propiedad de terceros, como otros donde sólo por presentarte tienes que pagar
una cuota, como los escritores a sueldo, como los libros de autoayuda,…
En conclusión, microliteratura
sí, pero que no restrinja mi microvida de tu macronegocio.
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