Cuando levanto la mirada y me veo sumergida en montañas
de papeles, sólo pienso en que me roces cuando vas a por el café. A la vuelta,
yo ya estoy desnuda encima de la mesa y al fin te das por aludido. Esas
montañas se derrumban, junto a mi ordenador, tablet y teléfono. Nos sumergimos
en gemidos y los demás nos ignoran, porque tienen mucho trabajo.
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