Si cuando cae la luna, tú también cayeses a mi lado
podría mirarte cada noche, como la miro ella, resplandeciente, misteriosa,
alegre y triste. Si en la mañana me mirases a través de la ventana, como lo
hace el curioso y pervertido sol, te dejaría que me tocases, me besases y me
penetrases a placer. Pero tú no estás y yo no estoy, y así, no podemos hacer
nada.
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