Sólo me hace falta acariciarte un poco la rodilla para que sigas el movimiento de mis nalgas hasta el baño. Mirándome al espejo espero los leves toques de la puerta. Entras. Me coges del cuello y me miras a los ojos. Me levantas y me sientas en el pequeño lavabo, subiendo poco a poco mi falda. Los movimientos del tren nos acompañan, a tu cuerpo, al mío, jadeando hasta la próxima llegada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario