Menos mal que me has hecho caso y para cocinar ya no usas
ropa. Cuando vengo del trabajo, no hay nada que más me satisfaga que ver el
lazo del delantal cayendo por tus nalgas. Me acerco a darte un beso y te quito
suavemente con el dedo la harina que te ha caído en la mejilla. Te agarro de la
cintura y noto como tu pene ya se ha excitado. Me aparto y te doy un cachete.
Te dejo en la cocina, con lo tuyo, que después, ya tendremos lo nuestro.
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