Me hizo mucha ilusión levantarme por la mañana y verte
envuelto en papel de regalo. Era justo lo que había pedido y entre nieve
artificial y chocolate, rompí con rapidez el papel, para que pudieses respirar.
Yacías en el suelo tal cual habías nacido, excitado de sentir el aire en tus
genitales. No pude evitar darte un beso, suave y con ternura. Al abrir los ojos
y acercándome a tu oído, te dije: «Despierta, que ya llegó la Navidad ».
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